El Rey Mandhata, dijo en una ocasión a Vasistha Muni,
“Oh gran sabio, ten la amabilidad de ser misericordioso conmigo e
indícame sobre un ayuno sagrado que me beneficiará eternamente”.
Vasistha Muni contestó, “Oh rey, ten la gentileza de escuchar mientras describo el mejor de todos los días de ayuno, Amalaki Ekadasi. Aquel que observe fielmente un ayuno en este Ekadasi, obtiene una enorme riqueza, se libera de todos los efectos de toda clase de pecados y alcanza la liberación. Ayunar en este día es más purificador que donar mil vacas en caridad a un brahmana puro; entonces por favor escucha con atención mientras narro la historia de un cazador que, aunque estaba diariamente ocupado en matar animales inocentes para su sustento, alcanzó la liberación por observar un ayuno en Amalaki Ekadasi y acatar las reglas y regulaciones prescritas de adoración en este día sagrado de purificación.
Había una vez un reino llamado Vaidisa, donde todos los brahmanas, ksatriyas, vaisyas y sudras estaban igualmente dotados con conocimiento Védico, gran fuerza física y fina inteligencia. Oh león entre los reyes, todo el reino estaba lleno de sonidos Védicos, ni una sola persona era atea, y nadie pecaba. El regente de este reino era el Rey Pasabinduka, un miembro de la dinastía de Soma, la luna. El también era conocido como Citraratha, y era muy religioso y veraz. Se refiere que el Rey Citraratha tenía la fuerza de diez mil elefantes y que era muy rico y conocía las seis ramas de la sabiduría Védica a la perfección. .
Durante el reinado de Maharaja Citraratha, ni una sola persona en su reino intentó practicar el dharma (deber) ajeno, tan perfectamente ocupados en sus propios deberes estaban todos los brahmanas, ksatriyas, vaisyas y sudras en sus propios dharmas. No se veía en toda la tierra ni miseria ni hambre, como tampoco había sequías o inundaciones. Ciertamente, el reino estaba libre de la enfermedad y todos disfrutaban de buena salud. Las personas prestaban servicio devocional amoroso a la Suprema Personalidad de Dios, el Señor Visnu, como lo hacía el rey, quien también prestaba servicio especial al Señor Siva. Además, dos veces al mes, todos ayunaban en Ekadasi.
De esta forma, oh el mejor de los reyes, los ciudadanos de Vaidisa vivieron muchos largos años con gran felicidad y prosperidad. Abandonando todas las variedades de religión ritualista, ellos se dedicaban por completo al servicio amoroso del Señor Supremo Hari.
Una vez, en el mes de Phalguna, llegó el ayuno sagrado de Amalaki Ekadasi, conjuntamente con Dvadasi. El Rey Citraratha comprendió que este ayuno en particular dispensaría especialmente un gran beneficio y en tal sentido observó junto a todos los demás ciudadanos de Vaidisa este sagrado Ekadasi muy estrictamente, acatando cuidadosamente todas las reglas y regulaciones.
Tras bañarse en el río, el rey y todos sus súbditos fueron al templo del Señor Visnu, donde crece un árbol Amalaki. Primero el rey y sus principales sabios ofrecieron al árbol un cántaro lleno de agua, así como un fino dosel, zapatos, oro, diamantes, rubíes, perlas, zafiros e incienso aromático. Seguidamente, ellos adoraron al Señor Parasurama con estas plegarias: ‘Oh Señor Parasurama, oh hijo de Renuka, Oh todo complaciente, Oh liberador de los mundos, ten la amabilidad de venir bajo este sagrado árbol Amalaki y aceptar nuestras humildes reverencias’. Luego, le oraron al árbol Amalaki: ‘Oh Amalaki, Oh progenie del Señor Brahma, tú puedes destruir toda clase de reacciones pecaminosas. Por favor acepta nuestras respetuosas reverencias y estos humildes regalos. Oh Amalaki, tú eres realmente la forma de Brahman y en una ocasión fuiste adorado por el propio Señor Ramacandra. Quienquiera que te circumbale es liberado de inmediato de todos sus pecados‘.
Tras ofrecer estas excelentes plegarias, el Rey Citraratha y sus súbditos permanecieron despiertos durante toda la noche, orando y adorando conforme a las regulaciones que gobiernan el sagrado ayuno de Ekadasi. Fue durante ese auspicioso tiempo de ayuno y plegaria que un hombre muy irreligioso se aproximó al grupo, un hombre que se mantenía junto a su familia de la matanza de animales. Abrumado tanto por la fatiga como por el pecado, el cazador vio al rey y a los ciudadanos de Vaidisa observando Amalaki Ekadasi realizando una vigilia nocturna completa y adorando al Señor Visnu en el hermoso marco forestal, el cual estaba brillantemente iluminado por muchas lamparillas. El cazador se escondió en las cercanías, preguntándose qué era eso tan extraordinario que veía. ‘Qué está pasando aquí?’, -pensó. Lo que vio en ese adorable bosque debajo del sagrado árbol Amalaki fue la Deidad del Señor Damodara, que estaba siendo adorada sobre una asana con un cántaro de agua y lo que oyó fue a los devotos entonando canciones sagradas describiendo los pasatiempos y formas trascendentales de Sri Krsna. Pese a sí mismo, ese matador irreligioso tenaz de animales y aves inocentes, pasó toda la noche muy sorprendido mientras contemplaba la celebración Ekadasi y escuchaba la glorificación del Señor.
Poco después del amanecer, el rey y su cortejo real – incluyendo a los sabios de la corte y todos los ciudadanos- completaron su observancia de Ekadasi y regresaron a la ciudad de Vaidisa. El cazador entonces regresó a su choza y comió feliz su alimento. En su debido momento, el cazador murió, pero el mérito que había obtenido por ayunar en Amalaki Ekadasi y por oír la glorificación de la Suprema Personalidad de Dios, así como por haber sido obligado a quedarse despierto toda la noche, todo ello lo capacitó para renacer como un gran rey dotado de muchos carros, elefantes, caballos y soldados. Su nombre era Vasuratha, el hijo del Rey Viduratha, y el gobernó sobre el reino de Jayanti.
El Rey Vasuratha era fuerte y valiente, tan brillante como el Sol y tan apuesto como la Luna. En fuerza era como Visnu y en cuanto a la clemencia era como la propia tierra. Muy caritativo y siempre veraz, el Rey Vasuratha siempre prestaba servicio devocional amoroso al Señor Supremo, Sri Visnu. El por consiguiente se volvió muy versado en el conocimiento Védico. Siempre activo en los asuntos de Estado, disfrutaba cuidando con excelencia de sus súbditos como si fueran sus propios hijos. Le disgustaba todo aquel que fuera orgulloso y si lo veía lo aplastaba. Realizó muchas clases de sacrificios y siempre se aseguró que los necesitados de su reino recibieran suficiente caridad.
Un día, mientras cazaba en el bosque, el Rey Vasuratha perdió su camino. Vagó por algún tiempo hasta que se fatigó, se detuvo a descansar debajo de un árbol, utilizando sus brazos como almohada, y se quedó dormido. Mientras dormía, llegaron hasta él unos indios bárbaros y recordando su larga enemistad hacia el rey, comenzaron a deliberar entre ellos sobre la forma de matarlo. ‘Es porque el mató a nuestros padres, madres, cuñados, nietos, sobrinos y tíos que nos hemos visto forzados a vagar desamparados como locos’. Así diciendo, se prepararon a matar al Rey Vasuratha con diversas armas, incluyendo lanzas, espadas, flechas y sogas místicas, mas ninguna de estas armas mortales pudo siquiera rozar al rey que dormía y pronto los indios incivilizados, comedores de perro se asustaron. Su temor disipó su fuerza y en poco tiempo perdieron la poca inteligencia que tenían y casi sumidos en la inconsciencia por la debilidad y la confusión. Súbitamente apareció una hermosa mujer delante del cuerpo del rey, alelando a los aborígenes. Decorada con muchos ornamentos, emitiendo una maravillosa fragancia, usando una excelente guirnalda alrededor de su cuello, con sus cejas arqueadas en un humor de ira feroz y con ojos rojos y ardientes, ella parecía la muerte personificada. Con su ardiente cakra ella mató rápidamente a todos los aborígenes cazadores que habían tratado de matar al rey dormido.
Justo entonces el rey despertó y al ver a todos los aborígenes muertos tirados alrededor suyo, se sorprendió. Se dijo, ‘Todos estos son enemigos míos! Quién los ha matado tan violentamente? Quién es mi gran benefactor?’.
En ese preciso momento, se oyó una voz desde el cielo, ‘Preguntaste quien te ayudó. Bien, quién es esa persona que por sí sola puede ayudar a quien está afligido? El no es otro que Sri Kesava, la Suprema Personalidad de Dios, Aquel que salva a todos los que se refugian en El sin ningún motivo egoísta’.
Al oír estas palabras, el Rey Vasuratha desbordó de amor por la Personalidad de Dios. Regresó a su ciudad capital y reinó allí como un segundo Indra, sin ningún obstáculo en absoluto.
‘Por consiguiente, Oh Rey Mandhata’, el venerable Vasistha Muni concluyó, ‘todo aquel que observe Amalaki Ekadasi llegará indudablemente a la morada suprema del Señor Visnu, tan grande es el mérito religioso acreditado a partir de la observancia de este muy sagrado día de ayuno’.
Así termina la narración de las glorias de Phalguna-sukla Ekadasi o Amalaki Ekadasi, que es narrada en la antigua escritura conocida como el Brahmanada Purana.
Notas
Las seis ramas de la sabiduría Védica son (1) el sistema de Karma-mimamsa de Jaimini; (2) el sistema Sankhya del Señor Kapila, el hijo de Devahuti, (3) la filosofía Nyaya de Gautama y Kanada; (4) la filosofía Mayavada de Astavakra; (5) los Yoga-sutras de Patañjali y (6) la filosofía Bhagavata de Srila Vyasadeva.
Vasistha Muni contestó, “Oh rey, ten la gentileza de escuchar mientras describo el mejor de todos los días de ayuno, Amalaki Ekadasi. Aquel que observe fielmente un ayuno en este Ekadasi, obtiene una enorme riqueza, se libera de todos los efectos de toda clase de pecados y alcanza la liberación. Ayunar en este día es más purificador que donar mil vacas en caridad a un brahmana puro; entonces por favor escucha con atención mientras narro la historia de un cazador que, aunque estaba diariamente ocupado en matar animales inocentes para su sustento, alcanzó la liberación por observar un ayuno en Amalaki Ekadasi y acatar las reglas y regulaciones prescritas de adoración en este día sagrado de purificación.
Había una vez un reino llamado Vaidisa, donde todos los brahmanas, ksatriyas, vaisyas y sudras estaban igualmente dotados con conocimiento Védico, gran fuerza física y fina inteligencia. Oh león entre los reyes, todo el reino estaba lleno de sonidos Védicos, ni una sola persona era atea, y nadie pecaba. El regente de este reino era el Rey Pasabinduka, un miembro de la dinastía de Soma, la luna. El también era conocido como Citraratha, y era muy religioso y veraz. Se refiere que el Rey Citraratha tenía la fuerza de diez mil elefantes y que era muy rico y conocía las seis ramas de la sabiduría Védica a la perfección. .
Durante el reinado de Maharaja Citraratha, ni una sola persona en su reino intentó practicar el dharma (deber) ajeno, tan perfectamente ocupados en sus propios deberes estaban todos los brahmanas, ksatriyas, vaisyas y sudras en sus propios dharmas. No se veía en toda la tierra ni miseria ni hambre, como tampoco había sequías o inundaciones. Ciertamente, el reino estaba libre de la enfermedad y todos disfrutaban de buena salud. Las personas prestaban servicio devocional amoroso a la Suprema Personalidad de Dios, el Señor Visnu, como lo hacía el rey, quien también prestaba servicio especial al Señor Siva. Además, dos veces al mes, todos ayunaban en Ekadasi.
De esta forma, oh el mejor de los reyes, los ciudadanos de Vaidisa vivieron muchos largos años con gran felicidad y prosperidad. Abandonando todas las variedades de religión ritualista, ellos se dedicaban por completo al servicio amoroso del Señor Supremo Hari.
Una vez, en el mes de Phalguna, llegó el ayuno sagrado de Amalaki Ekadasi, conjuntamente con Dvadasi. El Rey Citraratha comprendió que este ayuno en particular dispensaría especialmente un gran beneficio y en tal sentido observó junto a todos los demás ciudadanos de Vaidisa este sagrado Ekadasi muy estrictamente, acatando cuidadosamente todas las reglas y regulaciones.
Tras bañarse en el río, el rey y todos sus súbditos fueron al templo del Señor Visnu, donde crece un árbol Amalaki. Primero el rey y sus principales sabios ofrecieron al árbol un cántaro lleno de agua, así como un fino dosel, zapatos, oro, diamantes, rubíes, perlas, zafiros e incienso aromático. Seguidamente, ellos adoraron al Señor Parasurama con estas plegarias: ‘Oh Señor Parasurama, oh hijo de Renuka, Oh todo complaciente, Oh liberador de los mundos, ten la amabilidad de venir bajo este sagrado árbol Amalaki y aceptar nuestras humildes reverencias’. Luego, le oraron al árbol Amalaki: ‘Oh Amalaki, Oh progenie del Señor Brahma, tú puedes destruir toda clase de reacciones pecaminosas. Por favor acepta nuestras respetuosas reverencias y estos humildes regalos. Oh Amalaki, tú eres realmente la forma de Brahman y en una ocasión fuiste adorado por el propio Señor Ramacandra. Quienquiera que te circumbale es liberado de inmediato de todos sus pecados‘.
Tras ofrecer estas excelentes plegarias, el Rey Citraratha y sus súbditos permanecieron despiertos durante toda la noche, orando y adorando conforme a las regulaciones que gobiernan el sagrado ayuno de Ekadasi. Fue durante ese auspicioso tiempo de ayuno y plegaria que un hombre muy irreligioso se aproximó al grupo, un hombre que se mantenía junto a su familia de la matanza de animales. Abrumado tanto por la fatiga como por el pecado, el cazador vio al rey y a los ciudadanos de Vaidisa observando Amalaki Ekadasi realizando una vigilia nocturna completa y adorando al Señor Visnu en el hermoso marco forestal, el cual estaba brillantemente iluminado por muchas lamparillas. El cazador se escondió en las cercanías, preguntándose qué era eso tan extraordinario que veía. ‘Qué está pasando aquí?’, -pensó. Lo que vio en ese adorable bosque debajo del sagrado árbol Amalaki fue la Deidad del Señor Damodara, que estaba siendo adorada sobre una asana con un cántaro de agua y lo que oyó fue a los devotos entonando canciones sagradas describiendo los pasatiempos y formas trascendentales de Sri Krsna. Pese a sí mismo, ese matador irreligioso tenaz de animales y aves inocentes, pasó toda la noche muy sorprendido mientras contemplaba la celebración Ekadasi y escuchaba la glorificación del Señor.
Poco después del amanecer, el rey y su cortejo real – incluyendo a los sabios de la corte y todos los ciudadanos- completaron su observancia de Ekadasi y regresaron a la ciudad de Vaidisa. El cazador entonces regresó a su choza y comió feliz su alimento. En su debido momento, el cazador murió, pero el mérito que había obtenido por ayunar en Amalaki Ekadasi y por oír la glorificación de la Suprema Personalidad de Dios, así como por haber sido obligado a quedarse despierto toda la noche, todo ello lo capacitó para renacer como un gran rey dotado de muchos carros, elefantes, caballos y soldados. Su nombre era Vasuratha, el hijo del Rey Viduratha, y el gobernó sobre el reino de Jayanti.
El Rey Vasuratha era fuerte y valiente, tan brillante como el Sol y tan apuesto como la Luna. En fuerza era como Visnu y en cuanto a la clemencia era como la propia tierra. Muy caritativo y siempre veraz, el Rey Vasuratha siempre prestaba servicio devocional amoroso al Señor Supremo, Sri Visnu. El por consiguiente se volvió muy versado en el conocimiento Védico. Siempre activo en los asuntos de Estado, disfrutaba cuidando con excelencia de sus súbditos como si fueran sus propios hijos. Le disgustaba todo aquel que fuera orgulloso y si lo veía lo aplastaba. Realizó muchas clases de sacrificios y siempre se aseguró que los necesitados de su reino recibieran suficiente caridad.
Un día, mientras cazaba en el bosque, el Rey Vasuratha perdió su camino. Vagó por algún tiempo hasta que se fatigó, se detuvo a descansar debajo de un árbol, utilizando sus brazos como almohada, y se quedó dormido. Mientras dormía, llegaron hasta él unos indios bárbaros y recordando su larga enemistad hacia el rey, comenzaron a deliberar entre ellos sobre la forma de matarlo. ‘Es porque el mató a nuestros padres, madres, cuñados, nietos, sobrinos y tíos que nos hemos visto forzados a vagar desamparados como locos’. Así diciendo, se prepararon a matar al Rey Vasuratha con diversas armas, incluyendo lanzas, espadas, flechas y sogas místicas, mas ninguna de estas armas mortales pudo siquiera rozar al rey que dormía y pronto los indios incivilizados, comedores de perro se asustaron. Su temor disipó su fuerza y en poco tiempo perdieron la poca inteligencia que tenían y casi sumidos en la inconsciencia por la debilidad y la confusión. Súbitamente apareció una hermosa mujer delante del cuerpo del rey, alelando a los aborígenes. Decorada con muchos ornamentos, emitiendo una maravillosa fragancia, usando una excelente guirnalda alrededor de su cuello, con sus cejas arqueadas en un humor de ira feroz y con ojos rojos y ardientes, ella parecía la muerte personificada. Con su ardiente cakra ella mató rápidamente a todos los aborígenes cazadores que habían tratado de matar al rey dormido.
Justo entonces el rey despertó y al ver a todos los aborígenes muertos tirados alrededor suyo, se sorprendió. Se dijo, ‘Todos estos son enemigos míos! Quién los ha matado tan violentamente? Quién es mi gran benefactor?’.
En ese preciso momento, se oyó una voz desde el cielo, ‘Preguntaste quien te ayudó. Bien, quién es esa persona que por sí sola puede ayudar a quien está afligido? El no es otro que Sri Kesava, la Suprema Personalidad de Dios, Aquel que salva a todos los que se refugian en El sin ningún motivo egoísta’.
Al oír estas palabras, el Rey Vasuratha desbordó de amor por la Personalidad de Dios. Regresó a su ciudad capital y reinó allí como un segundo Indra, sin ningún obstáculo en absoluto.
‘Por consiguiente, Oh Rey Mandhata’, el venerable Vasistha Muni concluyó, ‘todo aquel que observe Amalaki Ekadasi llegará indudablemente a la morada suprema del Señor Visnu, tan grande es el mérito religioso acreditado a partir de la observancia de este muy sagrado día de ayuno’.
Así termina la narración de las glorias de Phalguna-sukla Ekadasi o Amalaki Ekadasi, que es narrada en la antigua escritura conocida como el Brahmanada Purana.
Notas
Las seis ramas de la sabiduría Védica son (1) el sistema de Karma-mimamsa de Jaimini; (2) el sistema Sankhya del Señor Kapila, el hijo de Devahuti, (3) la filosofía Nyaya de Gautama y Kanada; (4) la filosofía Mayavada de Astavakra; (5) los Yoga-sutras de Patañjali y (6) la filosofía Bhagavata de Srila Vyasadeva.