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2 de febrero 2011, Desaparición de Sri Ramanujacarya


Sri Ramanuja (1.017 – 1.137) fue uno de los más importantes filósofos Vaishnavas y un reformador social casi sin precedentes en la historia religiosa. Casi todos los aspectos del hinduismo se han visto influidos por su trabajo. Su vida y obra muestran una personalidad verdaderamente única, que combina visión contemplativa, lógica perspicacia, carismática energía, y la abnegada dedicación a Dios.
Ramanujacharya, justo antes de abandonar su cuerpo, dio sus instrucciones finales de como servir a los Vaishnavas. Por ejemplo, hay que alimentarlos, hacer agradables preparativos y hacerlos tan felices que sonrían, uno debe masajear sus piernas hasta que se duerman, etc.
Sus principales instrucciones fueron dos: La entrega al Guru, y servir a los Vaishnavas.

Sri Ramanuja nació en Sriperumbudur, cerca de Kanci, en el año 1017.
Desde su infancia el mostró signos de genio Vedantista.
El tomó la orden de sannyasa y se volvió yatiraja o el principe de los sannyasis por cuenta de su vida austera y ascética.
El empezó peregrinaje alrededor del país desde Ramesvara hasta Badrinnath por la costa occidental y regresó por via de la costa oriental.
Ramanujacarya era el principal acarya en la Sri Sampradaya, una de las cuatro principales líneas de maestros y discípulos vaisnavas. Su comentario del Vedanta-sutra –Sri-bhasya– establece la doctrina conocida como Visistadvaita, "No-dualismo cualificado". Fuerte defensor de la filosofía personalista, enseñó que aunque el Señor Supremo y las almas individuales sean cualitativamente uno, aún así existe una diferencia entre ambos, pues el Señor es infinito y las entidades vivientes son infinitesimales. Srila Ramanujacarya viajó intensamente por la India, enseñando el personalismo y derrotando a los defensores de la filosofía monista
A lo largo de su vida estableció 74 centros para los Sri-vaisnavas,inicio a 700 sanyasis e hizo miles de seguidores, incluyendo varios reyes y muchos ricos terratenientes. Finalmente, viendo que su misión en la Tierra estaba ya cumplida, decidió abandonar su maltrecho cuerpo y regresar a la morada del Señor. Viendo que su maestro espiritual estaba fijo en un estado de intensa devoción, muchos de los discípulos de Yatiraja se sintieron angustiados y empezaron a lamentarse en voz alta.
Al oír sus llantos, Ramanujacarya salió de su trance y dijo: “Queridos hijos míos, ¿por qué gritáis lamentándoos como hombres sin educación? ¿Pensáis que este cuerpo va a durar para siempre? ¿No estoy yo siempre en vuestros corazones? Así pues, abandonad ese inútil gemido y tratad de entender la voluntad del Señor”.
A esto los discípulos respondieron: “Oh maestro, como siempre, sus instrucciones son perfectas. Sin embargo, es imposible para nosotros soportar el dolor de la separación, el cual sin duda nos abrumará si nos abandona ahora. Por compasión hacia sus niños le pedimos que permanezca con nosotros un poco más”.
En respuesta a esta petición, Ramanuja accedió a quedarse con ellos tres días más, y ordenó que viniesen todos sus discípulos, para darles sus instrucciones finales:

“Adorad a todos los vaisnavas como a vuestro propio guru”, les dijo, “tened fe en los acaryas previos, y nunca caigáis bajo el control de los sentidos. Nunca quedéis satisfechos simplemente con el conocimiento mundano. Estudiad las Escrituras que describen las glorias del Señor Supremo. El conocimiento trascendental puede vencer el empuje de la mente y los sentidos. Sed indiferentes a las sugerencias de la mente. Saboread siempre el canto de los santos nombres y las cualidades del Señor. La mejor forma de servir al Señor es prestando servicio a sus devotos. Nunca actuéis como vaisnavas para obtener ganancia material. Esforzaos siempre por alcanzar la pureza.
“Emplead cada día algún tiempo para contemplar la grandeza del maestro espiritual, y estudiad cada día las enseñanzas de los acaryas vaisnavas. Asociaos siempre con aquellos que están entregados al Señor. Evitad a aquellos que enseñan caminos diferentes del servicio devocional, y a aquellos que están interesados en los placeres sensuales.
Cuando Yatiraja terminó de hablar, los discípulos le preguntaron cómo debían comportarse en este mundo. De nuevo, Ramanujacarya les instruyó: “Aquel que se ha rendido al Señor Narayana no debe preocuparse de su futuro, dependiendo siempre de la misericordia del Señor. Todos los deberes deben cumplirse como ofrendas de devoción al Señor, y nunca en aras de ganancia material.

“Estudiad el Sri-bhasya y enseñádselo a otros —este servicio es el que más complace al Señor. Si eso no es posible, estudiad entonces las enseñanzas de otros devotos y después instruid a algunos discípulos. Si no podéis hacer esto, id a un lugar sagrado y residid allí, o id a Yadavadri y servid allí al Señor. Si no os es posible hacer esto, quedaos donde os habéis entregado a vuestro guru y meditad en los maneras vaisnavas. Si ninguna de estas cosas es posible para vosotros, entonces simplemente buscad a un vaisnava de corazón puro y asociaos constantemente con él.
“Discriminad cuidadosamente entre amigos, enemigos, y aquellos que son indiferentes. Los vaisnavas serán vuestros amigos, los ateos y blasfemos os despreciarán y odiarán, y la gente mundana se mostrará indiferente a vosotros. Asociaos jubilosamente con los devotos. Evitad estrictamente a los blasfemos, y nunca os perturbéis por los planes materialistas de los hombres mundanos. Nunca elogiéis a príncipes y hombres mundanos para conseguir vuestro sustento. Recordad que el Señor Supremo siempre cuida de aquellos que se han rendido a El. Refugiaos en El y tened fe únicamente en El. Si seguís estas instrucciones, nunca estaréis separados de mí. ¿Por qué habría que lamentarse por la desaparición del cuerpo temporal?”.
Ramanuja aceptó la petición de sus discípulos y ordenó que los más expertos escultores tallasen una deidad de piedra a su imagen y semejanza. Tres días más tarde, el trabajo había finalizado. A continuación la deidad fue bañada con agua del Káverl e instalada sobre un altar recientemente construído. Yatiraja entonces se acercó lentamente a la deidad y la llenó con su potencia, soplando en la corona de la cabeza.
Después, volviéndose a sus discípulos, dijo: “Este es mi segundo yo. Cuando abandone este cuerpo, podéis adorar a esta forma en mi lugar”.

Después se acostó, con sus ojos fijos en los zapatos de madera de su maestro espiritual, Ramanujacarya abandonó su cuerpo y regresó a la morada del Señor Visnu. Era el atardecer del décimo día de la quincena de la luna llena del mes de Mágha en el año 1059 de la era Saka (1137 D.C.).